"Pues amarga la verdad quiero echarla de la boca..."
Calle Jirón de la Unión |
Sin embargo, todos estos encantos no pueden vencer a una visión más crítica de las enfermedades que sufre actualmente Perú. Si la diversidad cultural de este país eclipsa, no eclipsa menos la pobreza e inseguridad que ves y percibes en las calles de Lima. Pasear por ellas, es toparte a cada paso con escenas de esas que te hacen mirar para otro lado .
Quizás si tienes la oportunidad de trabajar en esta ciudad, puedas preguntar a la persona que se encarga de la limpieza o al vigilante apostado en la puerta, cuantas horas trabajan, si no te desmayas del susto con la respuesta que te dé, tal vez tengas el valor para preguntarle porque no tiene ningún día libre, o cúal es su sueldo y así conocer como es la vida de esa gente que vienen de otras ciudades o pueblos a luchar por sobrevivir a la capital. Y si te quedan dudas, puedes mirar a los ojos del señor que te vende dulces en la calle o fruta, o quizás algo así como perchas, cualquier cosa que necesites en ese momento y entonces sí, ya no tendrás que preguntar nada, porque lo entenderás todo. Hay muchos mundos en Lima, tantas como realidades representa cada persona que habita la ciudad. Y muchos de estos mundos ni se cruzan, coexisten como realidades paralelas sin conexión entre sí, se conocen, se miran pero no se tocan y cada cual lleva cual estigma en la piel a que mundo pertenece y a cual no.
Crónica de un paseo por las calles de Lima:
Después de visitar el monumental Museo de la Nación, seguí la dirección que el guía me había indicado hacía la avenida Canadá para coger otra combi que me llevara a mi próximo destino: El museo de antropología. Eran las 11 de la mañana, jueves 28 de julio, Fiesta Nacional, pero las calles estaban repletas de gente trabajando. En esa cuadra de la Avenida Canadá se amontonaban los talleres de coches, los restaurantes caseros, los vendedores ambulantes y las casas de ladrillo y cemento. Nadie me prestaba mucha atención a pesar de ser la única blanquita del lugar, si acaso alguna mirada curiosa pero nada que me hiciera sentir peligro. La calle estaba sucia, y como siempre a mi lado, el ruido ensordecedor de los coches me aturdía. Como veía que estaba perdida, pregunté a una mujer si me podía indicar dónde coger una combi para ir hacía la Municipalidad de San Isidro: "justo enfrente",me dijo, pero me advirtió: “ten mucho cuidado por aquí mi hija, es peligroso” apreté la cámara de fotos que llevaba en el bolsillo, estaba deseando sacarla para fijar con ella todo lo que mis ojos veían, pero no estaba tan loca como para hacer algo así, asi que llegué a la parada y me senté.
Sabía perfectamente donde estaba, me encontraba en el comienzo del barrio de La Victoria, uno de esos lugares a los que es mejor no ir solo. La advertencia de la mujer me había puesto un poco nerviosa, sentía que estaba en territorio comanche...justo a mi lado había un grupo de niños pidiendo, vendedores ambulantes vendiendo cholocales y chicles y unos metros más allá una persona tirada en el suelo, o tal vez era sólo ropa de la que alguien quería deshacerse, no lo sé, no quería mirar, sólo quería que llegara mi autobús y poner mis pies en un lugar más seguro.
Pensé en irme de allí, pero no eran ni las 12 de la mañana y había mucha gente. Inmóvil en el banco de la parada, ¿Qué podía pasarme? De hecho nada, eso fue lo que pasó. Cogí mi combi 20 minutos después, y llegue a dónde tenía que llegar sana y salva pero con temor, tal vez había exagerado, la imaginación se dispara cuando te advierten de que estás en un lugar peligroso. Horas más tarde, paseaba por el centro histórico de la ciudad, lugar que no me gusta especialmente por el caos que impera en él, pero en el que no sé muy bien porqué, siempre acabo mis jornadas de turismo.Contar la gente que hay pidiendo en la calle desde La parada del autobús Metropolitano de Jirón de la Unión hasta la Plaza de Armas es algo maquiavélico que se me pasó por la cabeza hacer, tal sigue siendo mi asombro después de un mes ante este hecho.
Después de visitar el monumental Museo de la Nación, seguí la dirección que el guía me había indicado hacía la avenida Canadá para coger otra combi que me llevara a mi próximo destino: El museo de antropología. Eran las 11 de la mañana, jueves 28 de julio, Fiesta Nacional, pero las calles estaban repletas de gente trabajando. En esa cuadra de la Avenida Canadá se amontonaban los talleres de coches, los restaurantes caseros, los vendedores ambulantes y las casas de ladrillo y cemento. Nadie me prestaba mucha atención a pesar de ser la única blanquita del lugar, si acaso alguna mirada curiosa pero nada que me hiciera sentir peligro. La calle estaba sucia, y como siempre a mi lado, el ruido ensordecedor de los coches me aturdía. Como veía que estaba perdida, pregunté a una mujer si me podía indicar dónde coger una combi para ir hacía la Municipalidad de San Isidro: "justo enfrente",me dijo, pero me advirtió: “ten mucho cuidado por aquí mi hija, es peligroso” apreté la cámara de fotos que llevaba en el bolsillo, estaba deseando sacarla para fijar con ella todo lo que mis ojos veían, pero no estaba tan loca como para hacer algo así, asi que llegué a la parada y me senté.
Sabía perfectamente donde estaba, me encontraba en el comienzo del barrio de La Victoria, uno de esos lugares a los que es mejor no ir solo. La advertencia de la mujer me había puesto un poco nerviosa, sentía que estaba en territorio comanche...justo a mi lado había un grupo de niños pidiendo, vendedores ambulantes vendiendo cholocales y chicles y unos metros más allá una persona tirada en el suelo, o tal vez era sólo ropa de la que alguien quería deshacerse, no lo sé, no quería mirar, sólo quería que llegara mi autobús y poner mis pies en un lugar más seguro.
Pensé en irme de allí, pero no eran ni las 12 de la mañana y había mucha gente. Inmóvil en el banco de la parada, ¿Qué podía pasarme? De hecho nada, eso fue lo que pasó. Cogí mi combi 20 minutos después, y llegue a dónde tenía que llegar sana y salva pero con temor, tal vez había exagerado, la imaginación se dispara cuando te advierten de que estás en un lugar peligroso. Horas más tarde, paseaba por el centro histórico de la ciudad, lugar que no me gusta especialmente por el caos que impera en él, pero en el que no sé muy bien porqué, siempre acabo mis jornadas de turismo.Contar la gente que hay pidiendo en la calle desde La parada del autobús Metropolitano de Jirón de la Unión hasta la Plaza de Armas es algo maquiavélico que se me pasó por la cabeza hacer, tal sigue siendo mi asombro después de un mes ante este hecho.
Vamos a decir que en todas las grandes ciudades del mundo hay mendigos, los veo a menudo en Madrid y muchos más veía en Bruselas, pero estas personas con las que me cruzo aquí, están aquejadas de otros males diferentes. Para empezar es sorprenderte la cantidad de gente mayor que está pidiendo en las calles. Muchos de ellos son ancianos, y entre ellos, un número yo diría que escandalosamente elevado, son mujeres. Yéndonos al otro extremo, tenemos a los niños que no dudan en meterse en restaurantes para pedirte unas monedas. Cuando les preguntas por sus padres, te dicen que están muertos… Igualmente hay muchas, muchas mujeres jóvenes pidiendo con sus niños, hace poco vi a una de ellas con sus tres pequeños, dormidos sobre cartones en las faldas de su madre, ajenos al ruido de coches y autobuses, y al caminar de la gente que pasaban a escasos metros de ellos. En ocasiones estas mujeres venden caramelos, igualmente sentadas en el suelo tienden la mano hacía ti pdiéndote que las compres. Aquí siempre debes mirar al suelo porque hay mucha gente allí, comiendo, vendiendo, durmiendo, también trabajando. Hay todo un mundo en Lima que transcurre a esas alturas.
Todo esto que veo es para indignarse y así lo vivo.Una parte de esta indignación se dirige hacía los últimos presidentes y gobiernos de Perú, hacía los colonizadores españoles, y hacía Chile que en 5 años hizo más daño que los sucesores de Pizarro en 300; pero la otra parte, se difumina en causas y efectos inciertos. No alcanzo a comprender como este país ha llegado a ser tan negligente con sus propios ciudadanos.
Todo esto que veo es para indignarse y así lo vivo.Una parte de esta indignación se dirige hacía los últimos presidentes y gobiernos de Perú, hacía los colonizadores españoles, y hacía Chile que en 5 años hizo más daño que los sucesores de Pizarro en 300; pero la otra parte, se difumina en causas y efectos inciertos. No alcanzo a comprender como este país ha llegado a ser tan negligente con sus propios ciudadanos.
mercadode Surquillo |
Pero en un país dónde se siente la inseguridad, el racismo y una antipatía latente por conflictos hace mucho tiempo acabados (la guerra con Chile o la colonización española) es difícil que surja un estado de bienestar que afecte a todos por igual. El miedo es el talón de Aquiles del Perú. El grupo terrorista Sendero Luminoso no consiguió su próposito de crear un régimen revolucionario campesino pero sí atemorizar a la población. En mis charlas con peruanos, me han comentado que existía un temor real y muy sentido en las calles en los años que duró este traumático problema. Pero también son perceptibles otros tipos de miedo aquí. Estoy hablando del miedo a ser diferente de las clases bajas, y sobre todo, miedo a ser rechazado por el lugar del que procedes y que normalmente caracteriza tus rasgos y el color de tu piel. Miedo a no prosperar, a no poder ser lo que se desea, la gente tiene demasiado asumido e interiorizado su origen, lo llevan sobre ellos como una carga invisible pero pesada, que condiciona su vida. Hay pocas políticas sociales en este país que empodere a los ciudadanos de condiciones humildes y les haga creer que tienen las mismas posibilidades que los demás. En cualquier caso, hay informes que aseguran que la pobreza va disminuyendo año a año en Perú aunque lo hace lentísimamente. Yo por mi parte, estoy convencida de que además de una larga serie de transformaciones políticas y la creación de nuevas leyes sociales, haría falta un cambio de conciencia popular y de empoderamiento de las clases bajas para vencer la pobreza. Porque el brillo a este país no se lo dá su oro si no su gente.
La historia continúar AQUÍ
Y sigo hablado de desigualdad en: http://www.quehagoaquienelmundo.blogspot.com/
LA REALIDAD DEL PERÚ NO ES COMO LA INFORMAN LOS MEDIOS ALIENANTES QUE FUERON AMENAZADOS POR EL CORRUPTO ALAN GARCÍA Y SUS FUNCIONARIOS LADRONES.
ResponderEliminarEN EL PERÚ SE HAN MANEJADO MAL LAS ESTADÍSTICAS A TAL PUNTO QUE NO SABEN QUE HACER CON LA BAJA DEL DÓLAR, CUANDO NO HAY RESPALDO REAL, LA BOLSA ES INESTABLE Y SIEMPRE A LA BAJA, OBSERVEN QUE CUANDO VEN QUE HAY UNA CAÍDA GRAVE OPTAN POR CERRAR LA BOLSA POR EL DÍA ¿? DÓNDE SE HA VISTO ESTO.
ADEMÁS SE LES HA METIDO EN LA CABEZA A ALGUNOS PERUANOS QUE CON LA COMIDA SE SALDRÁ AL DESARROLLO, ESTO ES FALSO, NINGÚN PAÍS EN EL MUNDO SE HA DESARROLLADO EN BASE A LA COMIDA.
EL PERÚ ES EL PAÍS CON MAYOR ÍNDICE DE TUBERCULOSIS DEL MUNDO.
ADEMÁS LA PROSTITUCIÓN INFANTIL Y ADULTA SE HA INCREMENTADO NOTABLEMENTE DEBIDO A LA FALTA DE RECURSOS ECONÓMICOS Y TRABAJO.
EN EL PERÚ HA AUMENTADO EL SUB-EMPLEO Y DESEMPLEO, USTEDES LO PUEDEN COMPROBAR CUANDO SUBEN A UN TAXI Y SE ENCUENTRAN CON UN INGENIERO, MÉDICO, CONTADOR, ECONOMISTA, ABOGADO O ADMINISTRADOR EN EL VOLANTE, DEBIDO A QUE NO HAY TRABAJO.
ES HORA DE HABLAR LA VERDAD, Y SI DESEAN VEAN EN YOU TUBE ACERCA DE “LA FALSA BONANZA ECONÓMICA EN PERÚ”.
DECIR LA VERDAD PARA LIMPIAR AL PAÍS DE CORRUPTOS GOBERNANTES.
Perú realmente da pena. La ignorancia de su pueblo es festín de sus autoridades.
ResponderEliminarHace una semana que fui a Lima y estuve 8 días y todo me parecio "perfecto", no es por nada y felicito a la autora de este Blog, pero yo hubiera leído este Blog antes de ir y hubiera levantado en mi una situación de inseguridad hacia Lima, fui solo y con poca información hacia Lima, y a decir verdad quede impresionado de lo bella que esta la ciudad y de la seguridad que existe, es cierto que me quede en Miraflores, distrito turístico de la ciudad, pero no me conforme con quedarme ahí y me fui para la estación del metro en Plaza Grau, en donde los buhoneros (fui un domingo) y las casa en los cerros me hicieron recordar a Caracas específicamente la estación del metro de Petare, fui hacia de Los Olivos, Lince y otros que no recuerdo.
ResponderEliminarLo que encontré en Lima fue SEGURIDAD y lo reseño porque aquí en Caracas eso no existe, aquí en Caracas no puedes sacar el celular porque enseguida sentirás los ojos del enemigo viendo que tipo de marca es el celular, es verdad que el Lima hay robos a la fuerza porque lo presencie, pero en Caracas hay robo a mano armada y si el delincuente quiere le dispara a la persona.
En Caracas vas a un parque de noche como Los Caobos que no tiene ningún atractivo y lo que consigues es un atraco como mínimo, en cambio en Lima puedes visitar el parque de noche y lo cierran a las 10:30pm
Peru a partir del 2000 a cambiado la mayoria gente ,salvo algunos, se ha dado cuenta que ningun politico va a hacer al por ellos , sin Fujimori la gente recupero el entusiasmo, y hasta que descubrimos nuestra gastronomia es unica en el mundo, y si nos ayuda porque nos une como sociedad ,como nacion ,en la comida esta la idea de MADRE tambien. El optimismo esta mas y mas . Nuestra historia ha sido turbulenta , pero ahora tenemos la opurtinidad de crear el futuro con nuestras manos.
ResponderEliminarHola, es muy cierto todo lo que has dicho de Perú. Aquí hay de todo, y muchas cosas malas, pero hoy, en 2015, les puedo decir que mi país está mejorando, poco a poco, y espero que siga así, no solo aquí, si no en todo latinoamerica. Saludos cordiales.
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