jueves, 6 de octubre de 2011

¿Aman los peruanos a Mario Vargas Llosa?

 Les dí voz a los peruanos para que me contaran que opinan de Vargas Llosa...


Nunca pensé en venir a Perú, pero una de las primeras ideas que me vino a la cabeza cuando supe que pasaría aquí cinco meses fue: ¡vaya, voy a vivir en el país de Mario Vargas Llosa! y desde ese momento empecé a amar Perú.

Porque lo cierto es que antes de venir aquí, el Perú para mí significaba básicamente tres cosas: Amazonas, Machu Picchu y Mario Vargas Llosa. No quiero presumir de ignorancia, pero no creo que para el resto de españoles que nunca han viajado a Sudamérica, el Perú signifique mucho más que esto. Es triste darse cuenta tan de golpe, de todas las cosas que uno no sabe acerca del mundo en el que vive. A mí me ocurrió cuando llegué y en seguida empecé a ponerle remedio. En estos últimos meses Perú ha adquirido para mí un interés de dimensiones casi místicas. Explorar su diversidad cultural se ha convertido en una tarea mucho más importante que aquella que vine a hacer, y este blog en el medio para poder reflejar lo que aprendo en mi camino.

Este camino de descubrimiento, me ha llevado a asombrarme muchas veces de algunas reacciones de la gente peruana ante mis cuestiones. Estas cuestiones han abarcado temas como la colonización española, la Guerra con Chile y el tema de este post: Mario Vargas Llosa. Antes de continuar, debo decir que este autor se encuentra entre mis  favoritos desde hace muchos años. Sus novelas han tenido siempre amplia representación en  las estanterías de mi casa, y  corro a hacerme con cada nuevo libro suyo publicado. He vivido además incrédula los últimos cinco años, ante el hecho de que no le dieran el Premio Nobel, hasta que lo recibiera por fin en el 2010. La prosa de sus libros me resulta sugestiva y amena, y me parece imposible no amar alguna de sus histórias. Desde luego no es por nada que ha recibido el galardón más importante de las letras. Él es un peruano adorado y prolífico en España. Un intelectual muy presente en el medio periodístico, cuyas opiniones son siempre tenidas en cuenta. Y debe haber una parte de mí que le considera un poco español, porque ahora que lo pienso, había algo patrio en la alegría que me invadió cuando anunciaron su Nobel,una especie de orgullo nacional, o quizás solo fuera un: "le han dado un Nobel a nuestra lengua otra vez".


Lo paradójico es que, a pesar del patriotismo que impregna Perú, una parte de la población de su país no lo considera como tal. En Perú, sacar una bandera al balcón no quiere decir que seas conservador, ni de derechas, si no que estás orgulloso de tu cultura, de tu pasado y de tu patrimonio histórico y artístico. Es algo que se siente en las calles...es toda esa gente intentando recuperar las tradiciones andinas para incorporarlas a la vida actual, es el orgullo por la gastronomía, la música, el folklore, sus literatos... sin embargo, siempre que le  preguntaba a alguien por su último premio nobel la respuesta no era tan entusiasta como yo la esperaba.

 Quise entonces, poner punto y final a mi asombro con esa frase tan manida, pero tan cierta que dice que "nadie es profeta en su tierra".  Pero de pronto no fue suficiente, porque intuía que algo más tenía que haber detrás de esa indiferencia y falta de emoción. Si no he parado de sentir la presencia de Jose María Arguedas y de Cesar Vallejo desde que vine, además de un sin fin de personajes ilustres e históricos peruanos, ¿porqué no ha ocurrido lo mismo con Vargas Llosa? ¿porqué me costó encontrar sus novelas en la última feria del libro en Lima? Fui a por respuestas, pregunté y entonces entendí, que un hombre puede ser muy bien valorado por su trabajo, pero que es por sus ideas por lo que será recordado y señalado.

A Vargas Llosa sus palabras le han hecho querido y reconocido en todo el mundo, pero también odiado y rechazado por una parte del país que le vio nacer. Y ya sabemos cuál es el precio del éxito, el mismo número de personas que te quiere suele igualar al que te desprecia. En las entrevistas que he grabado he hecho hablar a personas de diferentes edades, cada una me ha dicho lo que pensaba y todas tienen razón. Siempre puedes elegir  la dimensión humana bajo la que prefieres  juzgar a los demás. Después de vivir en Perú yo ya no veo de igual manera a este escritor, pero dejadme que os diga que: volveré a correr para conseguir su última novela.

Este blog cuenta una historia, mi vida en Perú y lo que pasó después, puedes leerla toda si quieres desde el INICIO

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3 comentarios:

  1. No lo conozco bien en el aspecto literario, lo reconozco; sin embargo en el plano político siempre me ha parecido un defensor de las posturas más cercanas al neoliberalismo del "lo mío es mío;lo tuyo es mío". Aunque en las últimas elecciones apoyara finalmente a Humala para evitar el triunfo de Keiko Fujimori.

    Un abrazo y gracias por compartir con nosotros tus experiencias en el Perú :)

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  2. Recuerdo un libro forrado con vinifán azul y con unas formas extrañas en la portada. Recuerdo mis once o doce años. Recuerdo mis manos abriendo ese libro: abriendo uno de tantos mundos que comenzaría a abrir desde ese entonces. Sentí la opresión del calor de Macondo y me fasciné con los experimentos de Melquiades. Vi a José Arcadio Buendía como pasaba interminables días encerrado, al igual que yo en mi habitación con mis ojos puestos en cada letra de las páginas de esos años míos de soledad, cómplice soledad.
    Recuerdo una ciudad parecida a la mía y a unos jóvenes adolescentes parecidos a mis compañeros de mi colegio de secundaria (de varones). Me sentí poeta, pero a veces esclavo y en algunas ocasiones (escasas, por cierto)jaguar. Vi una ciudad y a sus perros.

    Gabo y Mario fueron mis primeros amigos secretos. Curiosamente ambos lo fueron hasta que un boom los separó, lío de faldas...lío de editoriales. Mario creyó en una idea justa pero ,como no todo es perfecto, esa idea tampoco lo fue, y Mario tampoco.
    A Mario lo volvi a ver pero no en mi habitación sino por la ciudad y curiosamente en almanaques y hojas, sonrisa en el rostro y propuesta en mano. Ya lo dije, no todo es perfecto, y su plan tampoco.
    Dolido, se fue a Madrid. Pasaron algunos años cuando lo vi nuevamente,esta vez por televisión. Era una boda real y él asistía como un ilustre invitado. Fue imposible no imaginar esa recepción. Mario estaba cambiando.
    Empezó a tener otras juntas, nuevos patas, y a defender algunas ideas nuevas. Regresó al barrio, pero cada vez hablábamos menos, reíamos menos.
    Un día me enteré que un grupo de señores que vivían muy lejos lo reconocían con la máxima distinción. Mario, acostumbrado a estos eventos, asistió y dio un discurso en el que mencionó el nombre de José María, entrañable amigo, profundo como un río y vital como la sangre en una fiesta.
    Me alegré por Mario y por su trabajo. Ha vivido mucho, ha arriesgado más y ha leído incansablemente a lo largo de su vida para escribir, pero también para hablar.
    No, Mario, nadie es perfecto y tampoco tu lectura del país. Te confundes de lentes, esos lentes que te compraste en uno de tus viajes a Europa son para ver de lejos y no de cerca. El Perú tiene otra medida, como tu visión.

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  3. No opino sobre su trabajo literario porque no le he leido nada. Parece ser que por sus ventas y su premio Nobel algo debe tener de bueno.

    Lo que me llamó siempre la atención de este hombre es que en su día se metió a político en unas elecciones a la presidencia de su pais, Peru, de las que no ganó. Llevando la ilusión de la gente que le votó, escuchando en sus mítines públicos sus promesas de bienestar para su pueblo.

    ¿Es ético que este hombre resida permanentemente en otro pais como España y tenga la nacionalidad española? ¿Qué piensa la gente de Perú de este cambio?


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